“Estar contigo o no estar contigo
es la
medida de mi tiempo”
J.L. Borges
Quiero que
sepas que nunca te pediré que permanezcas conmigo, no insistiré ni una sola vez.
Te veré marchar sin un solo quejido, afrontaré tu pérdida y buscaré otro
camino. Moriré ese día y volveré a vivir al siguiente, quizá sin motivos.
Quiero que
sepas que eres libre, con todas las letras y en todos los sentidos, que solo
dependes de tus ideas, que quiero que te vayas, si es por ver tus sueños
cumplidos.
Y si aun
así, decidieras quedarte conmigo…
Te besaré
los labios, la piel, los sentidos. Me tragaré tu orgullo y el mío, me beberé la
rabia, el rencor y todo lo malo que hayas vivido hasta que sólo quedemos tú,
yo, nuestra sonrisa y el calor compartido.
Te haré la
cama, a veces. El desayuno, a menudo. Y el amor, siempre.
Te daré mi
corazón, mi ser, mi alma; ésta última, rota y por fascículos. Quizá te pida que
la arregles. Quizá solo tú puedas. Quizá para ti un alma herida todavía valga
la pena.
Y si
después de arreglarme el alma, la vida, de alegrarme la vista, el tacto y, por
supuesto, el oído. Si aún después de tanto trabajo y sacrificio decides
quedarte conmigo…
Te
acariciaré la cara, el cuerpo entero, te acariciaré el cariño. Dejaré que tú
también me acaricies con esos ojos que tienen locos a los míos. Lameré tus
heridas; las pasadas, las presentes, y las futuras. Las curaré despacio, para
que ya no duelan, con mucho mimo.
Te abrazaré
de noche, en la cama. Te abrazaré de día antes de que te atrevas a pedírmelo.
Te abrazaré la alegría y aún más fuerte, abrazaré tu pena, tu desánimo y tus
recuerdos más sombríos. Los arrancaré poco a poco de ti haciéndolos un poco
míos.
Te leeré el
periódico, las manos, te leeré cuentos infinitos, te contaré historias y
narraré tus delirios, también los nuestros. Te leeré a ti, sí, a ti que serás mi
historia y yo tu lector más acérrimo.
Te amaré, Lúa, te amaré. Marcaré mi compás pero intentaré seguirte el ritmo.